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Este será tu Esposo

By junio 15, 2021 enero 25th, 2022 No Comments

Jesús, ese “loco” de amor que puede llegarnos a volver “locos” es real. Es más que una necesidad, una utopía, un sueño. Así lo experimentó nuestra Madre, siempre cercano y amigo. Desde muy niña, el Señor la cautivó. Así es de fuerte el atractivo de Jesús para las almas que le aman, le escuchan, le llevan consigo a todas partes. Ese atractivo se convirtió en estado para Madre Trinidad. Explicaremos porqué.

Cuando alguna vez, hemos preguntado alguna de nuestras hermanas cual es su estado civil, la respuesta siempre ha sido la misma más o menos: “Para la ley soy soltera, para mí estoy casada, soy esposa”.

Ese sentirse “esposa”, es también una declaración de compañía (la de Jesús), un grito fecundo de ese “alguien que nos habita y nos ama”.

A la muerte de su madre, Merceditas (futura Madre Trinidad), queda en un estado de incertidumbre, un periodo triste que se abrió a la esperanza con el tiempo, pero que marcó sin dudas su vida y su carácter.

Su padre contrae nuevas nupcias, Mercedes ve lo frágil del amor humano, siente que es tan fugaz que se puede reemplazar, sustituir… Ella lo vive como algo no del todo positivo, aunque sabemos que era completamente normal en la época, más si tenemos en cuenta la carga de toda la familia que quedaba al cuidado del cabeza de familia. No lo entendió, suspiraba por un amor grande, irremplazable, eterno, un amor que no se pudiese cambiar por nada, que no abandonase y no muriese. Su testimonio escrito nos dice: “No acertaba a salirme y viéndome sola abrí la puertecita de la capillita y me abracé aquella hermosa imagen y llena de un ímpetu de filial amor y confianza le dije: Madre mía, yo quisiera un hombre cariñoso y fiel que no se olvide de mí, y que, si papá ha hecho esto con mamá, poner otra mujer a sus hijos por madre, yo no quiero más que a ti, madre mía. Y vi que la Madre divina me dio el divino Niño que tenía en sus brazos diciéndome: “Este será tu Esposo a quien te entregarás con todo el amor de su corazón y él te dará esa fecundidad espiritual que de tus sacrificios y dolores espera Jesús para su gloria: muchas almas que le sigan y amen”.

En este contexto, Jesús se va haciendo cada vez más presente en la vida de la Madre, sus redes de amor, que la reclaman para otros mundos, muchos niños y un sinfín de obras buenas, la van estrechando a su Corazón.

Él mismo se lo pide, quiere ser su Esposo, el que ella espera. Él no abandona ni muere. Aunque eran otros sus planes o sus pensamientos Merceditas se deja cautivar. Es Jesús y su presencia el que va transformando cada rincón y percepción en la vida de Madre Trinidad. Se hace encontradizo en la oración y en el sagrario. Es allí y en esos ratos íntimos donde se manifiesta y le hace comprender, anhelar, amar otros derroteros, otros horizontes.

Ese mismo Jesús, al que menciona y califica muchas veces con el título de Esposo, es quien la lleva de la mano, la hace gustar de sus bondades y finezas, aún en medio de pruebas, de una situación conventual difícil y de austeridades. Ya monja en San Antón y para ilustrar lo que decimos, escribe: “¡Bendito seas Jesús dulcísimo!, que os manifestasteis en aquellos austerísimos claustros tan dulce y sonriente como si viéndoos en todas las cosas como Esposo dilectísimo de mi alma viese vuestra incomparable hermosura por todos los ámbitos de aquel convento y en cada una de aquellas austerísimas y buenísimas religiosas, que me recibieron con tanto cariño que algunas ancianas y venerables religiosas me solían decir al prestarles algún servicio: “Esta niña es un don de Dios, un regalico que a los doce años ha venido a consolarnos” (pues hacía doce años no había muerto ninguna y tenían el número completo de 33, no admitían más, y por una gracia especial, en atención a la recomendación del P. Ambrosio que entonces predicaba la novena de la Santísima Virgen de las Angustias en Granada, me recibieron gracias a Dios)”.

Por último, quiero compartir un extracto, sacado del “ACTO DE CONSAGRACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO QUE HAGO DESDE EL DÍA DE MI PROFESIÓN”. En él, ella se ve como los discípulos de Emaús, al borde del camino, peregrinando hacia el cielo, por sendas polvorientas y riscos insalvables, pero nunca sola, Jesús su esposo, la acompaña siempre: “¡Oh Jesús dulcísimo sacramentado por mi amor! Compañero inseparable en mi peregrinación hacia el cielo. Venid hoy para siempre a mi corazón, poseedlo, guardarlo para vos puro, amante y fiel, como hoy vengo a consagrárloos, dignaos derramar sobre mi alma la divina gracia con toda la plenitud de vuestros dones. ¡Sed vos para mí todas las cosas! Me consagro para siempre a vos, a fin que seas mi Padre amantísimo, mi dilectísimo Esposo, mi Maestro y director de mi alma. Guiadme vos, dulcísimo Jesús de mi alma, Jesús. ¡Venid a mí Dios mío! Venid a obrar en mí la perfecta renovación que deseo en vos, por la cual ardientemente suspiro. Ahora prometo fidelidad a todas vuestras inspiraciones y deseos. ¡Que os ame siempre, Jesús mío!”.

 

Causa Madre Trinidad Carreras

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