Literatura

PRIMERA MISA EN LA NUEVA FUNDACIÓN

By marzo 2, 2024 abril 12th, 2024 No Comments

A las 5 nos levantamos a la oración, rezamos las horas y con gran fervor deseábamos recibir (el Domingo de Resurrección) a Jesús resucitado, como Magdalena llegó al Sepulcro, nuestras almas recibíamos, en ardorosas ansias de amor, a Jesús Sacramentado por primera vez en esta pequeña ermita de los Dolores de la Santísima Virgen, con quien quisimos vivir y morir. ¡Madre mía, bendita seas! … ¡Cuánto te aman tus hijas conducidas por vos a vuestro santuario! ¡Bendita seas, madre mía, bendita mil veces … por el corazón y el alma de tus capuchinas!

Vino a decimos la primera Misa nuestro insigne bienhechor D. Ricardo Pérez, que con tanto interés trabajó para que viniésemos; por medio del Sr. Provisor hicieron convencer al Prelado nos dejase ver resucitado al Señor en el nuevo convento y celebró la Misa con manifiesto mayor. ¡Qué consuelo recibimos en esta primera Misa y en este primer manifiesto … viendo cumplidas las promesas que el Señor nos tenía hechas! Al salir de la santa Misa tomó el desayuno nuestro buen Sr. D. Ricardo y nos dijo unas palabritas de fervor y amor a Jesús, que nos había dispensado tan singular gracia de vemos este día de alegría en la nueva fundación, en donde nuestra alma debía empezar una nueva vida de fervor, se despidió dejándonos una limosna, que rogué se la diese a las de San Antón para que se ayudasen un poco. Con gran resistencia accedió a nuestra petición, pues su gusto era que la limosna fuese para nosotras que suponía no teníamos nada.

En efecto, en el refectorio y cocina todo nos faltaba, estuvimos 15 días comiendo sin servilleta ni cubiertos, de un pliego de papel de estraza hacíamos 4 servilletas, y así todo, pero esta falta de cosas materiales las suplía y superabundantemente daba el Señor en gozos espirituales indecibles, parecía vivíamos en San Damián, porque el espíritu de observancia, de unión y caridad, nos hacía ver el espíritu de los seráficos padres Francisco y Clara. En todas cosas veíamos al Señor, en todas partes le sentíamos con verdadero entusiasmo y faltándonos todo lo material se escapaba al encontrarnos: «¿Quid retribuam Domino … Qué os daremos Señor por tanto como nos habéis dado? .. » (Sal 116,12). En la pobreza nos considerábamos ricas con el Señor. ¡Qué bueno es el Señor para los que de verdad le aman y le buscan!.

Madre Trinidad Carreras.

Causa Madre Trinidad Carreras

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