¡Qué día tan grande fue para Madre Trinidad siendo niña, cuándo sintió esa atracción al ver al Niño Jesús qué la cautivó por completo!. Conóce aquí la historia…
«̷ Las monjas de Santa Inés tenían costumbre de ofrecer a la Virgen de Belén, o del portal de Belén, que tenían en el coro, a las niñas cuando llegaba al colegio. En esta ritual ofrenda, Mercedes empezó a sentir una atracción por el Niño Jesús del pesebre que le cautivó y fue progresivamente aminorando sus penas y dándole paulatinamente un sentido nuevo a su vida. Del encuentro con esta imagen de la Virgen y del Niño y del bien que le reportó esta devoción, hablará después sintiéndose agradecida y dando gracia a Dios por este don: «Al día siguiente nos llevaron al coro, y nos ofrecieron a la Santísima Virgen y al Niño de Belén. Ah, qué hermoso Niño vi en aquel pesebre bendito, le miraba con tanta atención que no me podía nadie arrancar de su lado, cautivó su hermosura mi corazón y mi alma.
Decía a mi hermanita cuando estábamos solas: “Yo no podré irme sin este Niño celestial…Si papá lo comprara nos lo llevábamos, y si no lo quieren dar, yo no me podré ir sin él… He sentido que el Niño robó mi corazón y yo no puedo vivir sin él… Y como lo han subido tan alto no alcanzo, y yo quisiera me lo dejaran sólo para llenarlo de besos y abrazarlo… ¿Y tú no viste que movía los ojos y parecía se sonreía como queriendo le tomásemos en brazos?”. Y ella con su natural gracejo me contestó: “Yo vi que era muy rico, pero al besarle el pie vi que era de barro…” Me dio una pena… que me quería reprimir las lágrimas. Yo al besarlo sentía la blandura y calor de un Niño hermosísimo que tanto me robó el amor de mi corazón.
»A la madre Maestra le hablaba del Niño, de su hermosura, de lo que me gustaría tenerle un ratico en mis brazos… Ella me oía con atención y me decía: “El Niño Jesús vendrá a tus brazos cuando quieras ser su esposa, pero ahora que quieres irte con tu papá, ¿cómo vas tú a merecer mecerlo y besarlo y después te marchas…?” ¡Oh, no, madre mía, que si beso a ese Niño yo seré lo que él quiera, o su esposa, o su niñera… y la maestra me seguía el hilo y me decía: “Tienes que pedírselo a su Madre Santísima, la Virgen Santísima, y no sé qué le parecerá”. Y cogiéndome de la mano, me dijo: “Ven conmigo”. Y me llevó al coro y me puso de rodillas delante de la Santísima Virgen, y me dijo: “Ahora pídeselo tú con mucha fe y fervor”. Y me dejó mientras ella me alcanzó el Niño de la capillita, y me lo trajo diciéndome: “Toma, hija mía, el divino Niño que me da la Virgen para que lo beses”… Oh, entonces qué feliz me encontraba con él en mis brazos, le estrechaba…, le besaba y me ofrecí a él para siempre. Entonces sentí fuerzas para sacrificarle mi papá, mis hermanitos pequeños, mi abuela, ya no quería volver al mundo, entonces me sentí consagrada a él para
siempre». [Libro: Vida y Obra de M.Trinidad]