Asís, fue un lugar de luz en el camino de Madre Trinidad. Ella que buscaba respuestas las encuentra en Asís, a los pies de sus santos fundadores. Esta vez os proponemos el texto íntegro porque es la única forma de entenderlo todo en su contexto. Son escritos salidos de la pluma impulsada por un corazón enamorado que en Jesús Eucaristía había encontrado su centro.

Carta desde Asís

1935

Asís, 21 de noviembre de 1935 A las M. R. M. Abadesas y Comunidades de mis Capuchinas Eucarísticas de Chauchina y Berja y Braga (Portugal),

 

¡Salud y Paz en el Señor! Reverendas madres abadesas, muy amadísimas en el Corazón Eucarístico de Jesús, mis buenísimas madres abadesas y todas mis hermanas amadísimas de esas santas comunidades, Casa Matriz donde nacieron las Capuchinas Eucarísticas Víctimas de Jesús Hostia, o sea, donde la divina Providencia les fijó el nido bajo el manto dulcísimo de nuestra Soberana Reina y Madre Santísima de los Dolores María Santísima en Chauchina. ¡Ella nos acogió y formó bajo su maternal y divina mirada, en Granada, en aquel relicario de santas religiosas, junto a las cenizas de sus santas fundadoras! Mi pobre corazón quería copiar sus heroicos ejemplos: durante 33 años oraba al pie de la imagen bendita de los Dolores (en la escalera principal del convento que tenía su capilla) de Capuchinas de Jesús María, desierto de penitencia (San Antón) Granada. Allí fue el taller, en donde el divino Corazón de Jesús nos dio tan santas superioras maestras y hermanas, que trabajaron 33 años en limpiar este palo nudoso, que solo para el fuego serviría, ¡con dificultad, pues estaba verde!. .. y no había modo de entrar la mano de escultor humano para formar ni los pies del altar en donde quería se colocara el trono y custodia de Jesús Sacramentado, mi Soberano Rey y Señor para ser adorado.

Allí sentía estremecerse mis entrañas de dolor cuando entendía y sentía el sacrificio y separación de aquellas madres y hermanas que tanto amaba. Llegué a creer que el Señor me dejaría llegar a las puertas de la clausura … como Abrahán al altar donde debía de sacrificar a su hijo Jacob … y esta confianza mantuvo mi corazón fuerte hasta el momento mismo de salir. .. ¡que creí encontrar el ángel que detuvo el brazo del Patriarca!. .. ¡y no fue sin duda ésta la voluntad de Dios!. .. mi pie pasó la clausura de aquel santo monasterio que tantas veces besando, abrazada a sus muros, pedía al Señor morir antes que volver a salir. .. y mi fe no vaciló, creí que antes me aplastarían sus muros que dejarme salir. ¡Oh mi divino Jesús! … Ya el Viernes Santo, postrada a los pies de la imagen bendita de la Santísima Virgen de los Dolores, le pedía con lágrimas que el Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo se contentase, si era la voluntad de Dios, con 12 religiosas de las más fervorosas y santas que él escogiera, y me dejase a mí allí morir. ¡Eran tan fuertes y estrechos los lazos purísimos de amor con que Jesús me tenía atada a aquella santa casa y comunidad tan amada!. .. que como si la santa imagen me contestase, le dije por última vez: ¡Madre mía Santísima!. .. ¿será posible me dejes salir habiendo sido tú siempre mi madre, mi prelada y superiora tantos años? .. ¿Quién será capaz de arrancarme de ti? .. ¡Madre mía dulcísima! Y aquella imagen bendita, como si animada me quisiera alentar -me pareció verla como en el cielo, hermosísima y resplandeciente de gloria me dijese: «Sacrifica y muere a ti misma y vivirás cumpliendo la voluntad de Dios, mi Hijo y yo no te dejaremos nunca … Donde quiera que vayas, allí nos encontrarás y seré tu madre y superiora y de todas tus hijas … Siempre me encontrarán junto a mi Hijo Sacramentado, como estuve al pie de la Cruz hasta después de muerto mi Hijo santísimo. Así permanezco en espíritu junto a mi santo Hijo en el Santísimo Sacramento, y así como en aquellas horas tristísimas de mayor dolor, las piadosas mujeres y Magdalena y mi hijo Juan consolaron mis inmensas amarguras, así ahora tu deseo de acercarme almas penitentes y puras, consagradas a mi Hijo exclusivamente por voto, es tan consolador y agradable a mi corazón que os congreguéis a adorarle y ofrecerle sacrificios de oración y penitencia como víctimas de expiación y reparación de tantos sacrilegios y crímenes como se cometen diariamente contra el Santísimo Sacramento, no sólo de los malos cristianos, sino de los ministros del Señor y de tantas almas consagradas que infieles a su vocación le odian y blasfeman … y mi Hijo divino, lleno de misericordia por las almas redimidas con su sangre, espera de vuestras adoraciones y sacrificios y alabanzas que sean tan verdaderas y tan fervientes que suban al trono de su Eterno Padre unidas al sacrificio que continuamente se ofrece en la santa Misa de su Cuerpo y Sangre, y esta armonía de sacrificios y alabanzas suban al cielo y confundan las furias del infierno que quiere levantarse contra Dios … ¡Haced vosotras con vuestro amor inmolado a la faz del mundo como hizo san Miguel con los ángeles rebeldes! ¿Quién como Dios? … Repetirán vuestras obras, oraciones y sacrificios sobre las furias del infierno» … ¿Quién podrá borrar del mundo la Sangre de Jesucristo, ni negar que su Cuerpo Sacramentado vive en nosotros hasta la consumación de los siglos? ¡Hijas mías! En estas tres horas hermosísimas que me ha concedido el Señor delante del cuerpo de nuestra seráfica madre santa Clara … toda impresionada y conmovida he quedado sin fuerzas para moverme … La compañera me pide ir a visitar san Damián y nuestra Señora de los Ángeles, que tanto he deseado ver … pero, antes en la basílica del seráfico padre san Francisco, orando junto a su sepulcro y viendo su santo hábito, sandalias, cuerda, capachito o alforja donde pedía, etc., perdí fuerzas físicas, a medida de las emociones que no había sentido ni en la basílica de san Pedro, junto a sus cenizas la grandeza y majestad de la santa Iglesia me hizo repetir ¡qué grande y magnífico es el Señor en su Iglesia Católica Apostólica Romana!

 

¡Bendita sea! … y mi fe se sintió robustecida. Al llegar a la iglesia de santa Madre, al bajar las escaleras de la cripta y ver el sepulcro donde estuvo su cuerpo (de piedra sin labrar) y llegar a la urna de su santo cuerpo y ver en su rostro, después de siete siglos, aquellos labios que nos dejaron los tesoros de su espíritu en su santa Regla y testamento, y sus facciones, ennegrecidas por los siglos … ¡son los vestigios de aquel cuerpo virginal y purísimo! las lágrimas salían de mis ojos … y le pedía perdón si con este sistema de vida que yo había entendido de unir a todas las Capuchinas Eucarísticas Clarisas viviesen unidas todas como una sola familia bajo el gobierno de una abadesa general al igual que nuestro seráfico padre san Francisco formó de tantos hombres una sola familia seráfica, añadiendo a nuestra vida y Regla la adoración a Jesús Sacramentado, y que creí me lo pidió ella en su aniversario en la fiesta del 18 al 20 de marzo [de 1912] que celebramos con tanta solemnidad su Centenario … empecé a sentir en mi alma una dulzura y una paz interior tan grande, que no me podía sostener … dije a la compañera, si quiere vuestra caridad ir a ver algo vaya y déjeme sola aquí junto al sagrario (que caía el altar sobre la urna y en las gradas había una rejita que se veía perfectamente el cuerpo de la santa Madre).

 

Estaba de rodillas adorando a Jesús Sacramentado y viendo el cuerpo de la santa Madre. Las monjas ensayaban con órgano una misa preciosa, parecía el cielo (obscura la iglesia completamente) se iluminaba cuando de aquel sagrario salía un rayo de luz como la luz del sol que no permitía a mis sentidos corporales contemplar las hermosuras y grandeza de Dios humanado, oculto en el adorable Sacramento del altar!. .. y como si yo dejara de existir, el cuerpo perdió su movimiento y la parte superior del alma entró dentro de aquel tálamo nupcial que la madre santa Clara me alcanzó del divino Prisionero … y ¡allí!. .. solo repetía aquello de Tobías: «¡Oh Señor, aunque me entregue por esclava no será paga digna de Tu grande providencia» … Y parecía como si oyese que el seráfico padre san Francisco repetía aquellas palabras de la Escritura ;aplicándolas a nosotras, queriendo levantar nuestras almas a la Obra de Dios: «La ( divina sabiduría edificó para sí una casa (la santa Iglesia) puso una mesa con pan y vino, y envió a sus esclavas para que llamasen y subiesen al alcázar y muros de la ciudad diciéndoles de su parte: Venid y comed mi pan y bebed el vino que os tengo aparejado» (Prov 9,1-5), ¡A vosotras mis adoradoras y victimas!. .. ¡Qué promesa tan rica! ¡Bueno hermanas mías carísimas, basta por hoy, pues no tengo licencia para manifestar las dulces intimidades que se dignó concederme el Corazón Eucarístico con nuestra santa madre santa Clara y gloriosísimo padre san Francisco.

 

Lo que puedo deciros a vosotras, madres y hermanas amadísimas, presentes y futuras, que lo que hoy os propone vuestra indigna hermana y sierva no es mío, ni se me pudo ocurrir jamás… Si la divina misericordia, movida a compasión de mis gravísimos y enormes pecados, quisiera compadecerse de mis miserias y me pidiese el sacrificio de formar de sus Capuchinas Clarisas Eucarísticas Franciscanas de la Madre de Dios, víctimas expiatorias que con su adoración perpetua a su Corazón Eucarístico aplacarán la divina justicia y atrajeran sobre nuestra patria y el mundo entero el perdón y las gracias de salvación y de amor, por nuestra vida penitente y contemplativa eucarística, ayudadme vosotras, mis amadísimas hijas, a dar muchas gracias al Señor que se dignó escogemos para tan alto fin … La Reina de los Ángeles y madre nuestra dulcísima que aceptó el encargo de su divino Hijo, hoy también se ofrece a ser nuestra Superiora, Maestra y Madre que nos enseñe cómo ella supo unirse a su Hijo víctima desde su Encarnación, nacimiento … hasta la muerte de cruz … Nosotras debemos imitar su vida con el mismo amor y espíritu que el seráfico padre san Francisco se hizo otro Cristo en su vida humilde, pobre, abnegada, obediente e inflamada en la más ardiente caridad … Así nosotras debemos imitar en todo a nuestra Soberana Reina y Madre María Santísima, desde su Encarnación empezó ya a inmolarse y hacerse víctima con su divino Hijo víctima … y con ese Fiat generoso y humilde aceptó todo cuanto con su divino Hijo debía padecer. .. ¡Este es nuestro espíritu de Víctima Capuchinas Adoradoras Eucarísticas! Entendedlo bien.

 

¡Hijas mías! El divino Corazón de Jesús en la Eucaristía nos habló muy claro en la noche del 19 al 20 de marzo del año 1912 en el solemne Centenario, que celebramos en el VII Centenario de nuestra santa Regla. ¡Carísimas! Hace 23 años que venimos orando suplicando y trabajando para llenar los deseos del Corazón Eucarístico, manifestado con tanta claridad en aquella noche memorable y dichosa que como otro Jueves Santo nos parecía asistir con todas nosotras a otra Cena … a la que nos convidaba Jesús con una ternura y amor inefable, preparándonos un vestido nupcial riquísimo para que nos acercásemos a adorarle como los ángeles le adoran en el cielo, en espíritu y en verdad ¡no ya con túnicas de luz y de gloria, sino de sangre y penitencia! ¡de heroicos sacrificios de humildad y de amor! Que con Él nos ofrezcamos al Eterno Padre en expiación y reparación, para aplacar la divina justicia. ¡Oh mi Jesús! … ¡Son tantas las dificultades y contradicciones que encontramos, que parece el infierno se desató para destruir la obra de Dios!. .. Pero hoy me he consolado mucho cuando la madre santa Clara me animaba a trabajar hasta morir en esta su obra que ella en el cielo alcanzó del Altísimo para su amada Orden, la que más se adapta a la vida de humildad, pobreza y obediencia y penitencia que pide el Corazón Eucarístico a sus almas víctimas, de las cuales quiere sea su maestra, superiora y madre, la madre benditísima de la divina víctima Cristo Jesús: en Belén, despreciado y pobre; en Nazaret, perseguido y huyendo de sus enemigos; en su vida pública, salvando almas; en el desierto, preparándonos para la inmolación; en Jerusalén, en el Cenáculo, en el Calvario y en el Sepulcro. ¡La Celestial Maestra nos concederá imitarle! alcanzándonos del Señor las luces, para ver … para entender … bien, el espíritu de aquella divina Víctima … ¿cómo se entre a al Eterno Padre aquel Hombre Dios? … ¡Con una humildad de verdad, sin condiciones! … ¡Con un amor generoso y desinteresado, que todo lo abraza sin murmuración y sin queja!. .. ¿Quién como el Salvador y Redentor nuestro pudo quejarse y echarnos en cara, nuestras miserias e ingratitudes? Y, ¡oh no!… ¡nos ama, Jesús víctima! y todo lo acepta, todo lo sufre … a todo calla … con humildad con amor… como si agradeciera a los verdugos le mataran … ¿Qué hace su Madre Santísima? ¿Qué les dice en Belén a los parientes que no le recibieron? … ¿Qué dijo a san José cuando el ángel le mandó salir a Egipto y dejar su casita? … y antes a Simeón cuando circuncidó a su divino Hijo tan pequeñito y tierno? ¿Qué habló con san José del comportamiento de aquellas gentes con su Hijo divino? … y ¿cuando su santísimo Hijo salía a predicar, cómo quedaba sola y recogida en su casita de Nazaret? Cuando pasaba las noches Jesús en el desierto orando, ¿le reprendía? ¿no oraba con Él? .. y así en toda su vida. La Santísima Virgen se unía a su Hijo, y callaba. En la calle de la Amargura, en el Calvario, ¿con quién se quejó? la más amante y pura de las madres ¿qué hacía? .. Sufrir, obedecer, amar y callar. Estas son, mis amadísimas madres y hermanas carísimas, las virtudes que han de practicar las Capuchinas Víctimas Eucarísticas de la Madre de Dios. Entregarse a sufrir alegremente por amor y sin queja, obedeciendo con humildad, amando (sin condiciones) la pobreza de Jesucristo y conservando la unión y caridad entre sí, como la observó Jesucristo, María Santísima y los Apóstoles, en recogimiento, oración y silencio. Esto pido, amadísimas hijas y hermanas carísimas, con las rodillas en tierra y la frente pegada a las llagas sacratísimas de Jesús crucificado, víctima de amor en el Santísimo Sacramento, que cumpláis siempre como empezasteis vuestra vida de inmolación y de amor a Jesús Hostia… ¡Sea Él, vuestro único amor, el ideal de todas vuestras aspiraciones! y con vuestra mirada fija en Jesús, cuando se os exija cualquier obediencia costosa… ¡trasladaros de casa, cambiar de compañeras, dejar las que más amáis!… etc. Entonces… yo os ruego, por el amor de Jesucristo Sacramentado y muerto en la cruz, os trasladéis junto a Él… miréis su Corazón Santísimo y a la divina Madre, cuando en Belén se vio sola y sin abrigo para aquel tierno Niño Dios… caminando a Egipto, ¡colocaros junto a Ella… pedidle el riquísimo tesoro que lleva en sus brazos!… ¡estrecharlo sobre vuestro corazón y volar con Él donde la obediencia os destine!… ¡que Él pondrá su dedito divino en vuestro corazón y saltará una fuente de gracias y de amor!… como ya hizo con otras almas más rebeldes que la vuestra y las convirtió en fuego de amores divinos… cuando lejos corría a su perdición ¡Oh Dios mío!… ¡Confío, hermanas amadísimas en el amor de Jesús Sacramentado, que os formará humildes y generosas como hizo del seráfico padre san Francisco un serafín abrasado y que junto al altar santo, os presentaréis a Él llenas de amor sacrificado, para que Él os abrase en aquella divina caridad que formó los santos de barro miserable y quebradizo como el nuestro.

 

Así espero seáis agradecidas a su divino Corazón que nos escogió por una predilección amorosísima para guardianes y custodios de su tabernáculo, dándole el amor y reparación que nos piden hoy los seráficos padres san Francisco y santa Clara, a los que he pedido para todas, presentes y futuras, una especialísima bendición para las tres comunidades que existen por la misericordia del Señor, Chauchina, Berja y Braga (Portugal) y a todas las que después de vosotras vengan a nuestra vida y quieran observar nuestra santa Regla primera de santa Clara y santas Constituciones, que el Señor os bendiga desde ahora y por siempre aquí en el destierro y después en el Cielo por toda la eternidad; y ahora os ruego humildemente, en nombre del Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen, nuestra dulce madre, que cuando os llegue la noticia de mi muerte recéis por mí al Señor y durante cinco años ofrezcáis sufragios para que el Señor se digne abreviar mi purgatorio que no sería mucho estuviese en él hasta el fin del mundo, porque al que mucho se le dio más se le ha de pedir… ¡y temo mucho a mi juicio! pues si los santos que tantas penitencias hicieron temblaban pensando en el juicio, qué debo pensar me sucederá a mí, sierva inútil que tanto recibí del amor de Jesús y de la Santísima Virgen, mi dulce madre, a quien con toda mi alma os encomiendo y me encomiendo a vosotras por las que espero alcanzar la misericordia y amor de su Corazón adorable, mi amor Jesucristo, mi Señor y mi Dios, perdón, salvación y misericordia. Amén. Asís, 21 de noviembre de 1935, en la Iglesia de religiosas de santa Clara, junto a su sagrado cuerpo y bajo la mirada de Jesús Sacramentado, su indigna sierva y madre,

Sor Trinidad del Purísimo Corazón de María, abadesa.

Causa Madre Trinidad Carreras

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