15 XII 43, Lisboa

…Si el Corazón eucarístico de Jesús no nos mirase con tan segura y paternal predilección y amor, ¿qué sería de esta pequeña Obra que él misericordiosamente preparaba y confió a vaso quebradizo y lleno de miserias, para que este santo varón de Dios, nos ordenase y pusiese en camino de ser bendecidas plenamente de su amorosísimo Corazón eucarístico y del Inmaculado de María nuestra dulcísima Madre, por quien la santa Iglesia aprobó el mismo día que consagró su Vicario en la tierra a Portugal al Corazón Inmaculado de María.

Ya deseaba felicitarlas con este regalo que supongo ya en su poder por no tener las dificultades de envío ahí, como aquí, que con la guerra todo se complica más. Querría, si fuese voluntad de Dios, ir yo en persona a llevaros el aguinaldo mejor que podíamos recibir… pero Jesús quiere de su indigna víctima otro nuevo sacrificio, que se lo ofrezco con todo el amor de mi alma a medida que es el deseo que siento de pasar a vuestro lado estos hermosísimos Misterios tan llenos de santos recuerdos desde que conocimos a Dios, por dicha nuestra, le amábamos y ansiábamos su venida, acompañando con grande fe a la Sagrada Familia en su jornada a Belén. Qué enseñanzas tan sublimes y altísimas encuentro yo ahora en estos Misterios. En la meditación de este santo Adviento voy recibiendo una nueva luz clarísima como la fe que nos enseña el santo Evangelio: El Verbo se hizo carne por nosotros pecadores.

Ahora que nuestra vida ha sufrido una verdadera transformación de vida, por disposición divina, que tenía ya decretado en sus altos designios hacernos pequeñas víctimas de reparación y amor a Jesucristo Sacramentado adorándole día y noche en espíritu y en verdad…  L7 C32 (134-140)

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