J.M.J

¡Paz y Bien!

A mis Capuchinas de Chauchina

Amadísimas de mi alma en Jesús: Recibo las carticas de M. Esperanza y sor Ana y veo lo fervorosas que están.

No sé si las tarjetas de santa Teresita no les gustarían, son la mismas que escribí para aquí, porque no me dejan tiempo de nada, claro que a estas les escribiré algo para si me muero les quede algún consejo, pero así la unión es más perfecta.

Ahora querría hacer ejercicios de 6 días aprovechando la venida de nuestro bendito padre, veremos si quiere. Voy a ver si esta Cuaresma limpio mi corazón de tantas miserias como tiene y arrojo de una vez el amor propio y quede dueño absoluto mi Jesús Hostia. ¡Bendito sea! ¡Qué consuelo si les dejara siquiera el ejemplo de amar a Dios con humildad verdadera, con aquellos ímpetus de amor que lo hacía el seráfico padre san Francisco, que se retiraba a los montes para que su bendita alma respirara… ¡Oh qué hermoso ejemplo encontramos en nuestro buenísimo padre!… Y si le imitásemos qué ¿querríamos más en esta vida que vivir cada capuchina como otro Cristo?…

¡Bueno me diréis que estoy vieja y siempre con el mismo tema, pero… si vieran mis hijas cómo siento ansias de amor cuando me parece de verdad que vivís en esa vida de inmolación y víctima que Jesús nos pide en la santa adoración!… ¿Cómo debían estar nuestras almas tan unidas a la Hostia santa que al ofrecerla al Eterno Padre el sacerdote en la santa Misa veo a todas mis hijitas en ella con Jesús y a El le pido en esos momentos solemnes, que cada una de nosotras las Capuchinas Eucarísticas sea una lámpara viviente que se consuma de amor delante de Jesús Eucaristía, y que el único anhelo de nuestros corazones, sea de verdad, entregarnos a Jesús siendo humildes, hasta destruir y aniquilar nuestra voluntad y nuestro propio juicio, dejándonos del todo en las manos de Dios… ¡Cuántos años hace hijas mías que vivo con deseos ardientes de santificarme y no lo consigo! ¿Y saben por qué? Porque no soy humilde… en que no me he renunciado del todo, y como quiero verme libre de mí misma y crucificar mi carne y mi corazón en la cruz, desapareciendo yo para que Jesús Hostia reine en todas mis hijas de mi alma, y sufrir mucho para darle a Jesús millones de almas que le adoren, le desagravien y lo consuelen en su prisión de amor, y para conseguirlo deseo sufrir todo lo que el Señor quiera enviarme, con tal que mis hijas le consuelen y le amen con humildad, con alegría, con entusiasmo, sin amor propio, que todo lo estorba, todo lo enfría y mancha, como el pobre corazón mío que delante de Jesús… ¡con El!… ¡en su adorable presencia!… lo siento en lo íntimo del alma… como un amor que abrasa, que consume, que quema y liquida en amor, como la cera que se derrite al fuego… pero se levanta el viento del amor propio en cualquier cosita y todo queda como el marmol… y yo querría que el calor de Chauchina fuese el que curase las miserias de este pobre corazón que hace tantos años lo tomó Jesús para purificarlo con su amor. Adiós.

Se me fue la mente y se acabó el papel. Les abraza su madresica,

Sor Trinidad

Causa Madre Trinidad Carreras

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