Literatura

VIDA DE MADRE TRINIDAD PASO A PASO XII: REELEGIDA ABADESA

Era la tercera vez que la ponían al frente de este cargo, Madre Trinidad volvía a ser Abadesa en el convento de san Antón, un 16 de julio de 1919.

“El Señor me hizo sentir grandes mercedes y gracias que me unían íntimamente más a su adorable Corazón con la sagrada Eucaristía.”

Con esta elección sintió como una nueva llamada que le hacía entender que Jesús quería la adoración, y se dio con un nuevo impulso a la oración, disponiéndose a no escatimar esfuerzo en cumplir la voluntad divina.

Esto lo deja manifiesto en una nota que escribió al terminar la lectura de las calendas del día 23 de diciembre de 1920 y que depositó, según acostumbraba, en las pajas del pesebre a las 12 de la noche del día 24, que dice: «¡Jesucristo vida de mi alma, mi sumo y único bien, vuestra es esta poca nada que vos criasteis!… Y vos solo sois el todo de mi alma que se consume en deseos de amaros más y ser de todos servido y glorificado… Busco vuestra gloria con ansias de amor y muchas almas que os conozcan y a vos solo amen. Pero si este deseo de mi corazón no os agrada, quitármelos vos y dirigirme vos mismo por el camino de la perfecta unión con vuestra adorabilísima voluntad, que busco como el ciervo herido la fuente de agua para saciar su sed.

“Bien conocéis, Señor, cuánto os amo, a pesar que tanto os ofendí… pero desde que vuestra bondad hirió mi corazón, no quiero otra cosa que amaros… y llevar muchas almas a vos, aunque para ello os haya desagradado alguna vez con mi rudeza y falta de entendimiento. Pero de tal manera me siento unida a vos, que no quiero más que lo que vos queráis, ni más salud, ni enfermedad, ni gozar, ni sufrir… Pero que viniendo vos, Señor, que sois mi Padre, vida de mi alma, el mejor de todos los padres, todo lo recibiré como los más ricos dones y dulces caricias de vuestra infinita misericordia, que tantas veces me libro del infierno y de la muerte. ¡Hiriéndome me sanasteis, Señor! y con la cercana muerte me disteis la vida que tengo que es vuestra, y gustosa os la ofrezco para que la recibáis, trabajando aquí por vos, o muriendo en vuestros paternales brazos para unirme siempre a vos Dios mío, para ser siempre vuestra, cumpliendo en todo vuestro divino querer, incluso en no ver realizados aquí los deseos de vuestra adoración, haciéndoos voto de no querer más que el vuestro. ¡Dios mío ayúdame! Así sea.”

Este desbordamiento interior trascendía y animaba a las monjas, a los sacerdotes y seglares que esperaban el momento de la implantación de la adoración. A su favor contaba también con fervorosas vocaciones que habían entrado en San Antón buscando la sombra de la madre Trinidad y dispuestas a integrarse en la reforma y la adoración perpetua a Jesús sacramentado cuando y donde llegase el momento. Entre estas vocaciones se encontraban dos de sus sobrinas, sor Esperanza del Santísimo Sacramento y sor Inés del Niño Jesús.

“Entré en el cargo el 16 de julio del año 1908… el ambiente de respeto y veneración que aquellas venerables ancianas, que habían sido mis superioras y maestras durante 15 años, eran humildísimas, llenas de respeto y de amor… que no merecía, y yo hacía todo cuanto la M. Abadesa que salía me aconsejaba, y pedía en todo consejo y sentía descanso porque me lo daban todo hecho. Pero al salir reelegida, renuncié y supliqué al Sr. Arzobispo admitiese mi renuncia que no pude conseguir, diciéndome que mientras fuese Arzobispo de Granada tenía que ser la Abadesa.»

El 9 de diciembre de 1920 moría en Granada monseñor José Meseguer Costa sin que durante su episcopado se hubiese podido establecer la adoración en San Antón o en otro convento, y esto a pesar del interés que mostró para ello. Su sucesor monseñor Vicente Casanova y Mazol, sería quien aprobaría las pretensiones de la madre Trinidad.

Continuará…

Causa Madre Trinidad Carreras

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