Trinidad: en espíritu y verdad
Un documental sobre Madre Trinidad Carreras Hitos
Hace unos días, vivimos con mucha emoción el estreno del documental Trinidad: en espíritu y verdad, que recoge la figura luminosa de nuestra querida Madre Trinidad Carreras Hitos. Su camino, iniciado como monja capuchina, la condujo finalmente a fundar nuestra Congregación, profundamente marcada por el amor a la Eucaristía, el espíritu educativo y el carisma franciscano que llevamos en el corazón.
Entre los muchos testimonios que nos ha legado, hay uno especialmente entrañable que nos acompaña desde nuestros orígenes. Fue escrito desde Caxias, un barrio obrero a las afueras de Lisboa, en 1942, en uno de los momentos más oscuros y, a la vez, más llenos de fe:
«Aquí, en esta tribuna donde llevo más de un año enferma, velándole Sacramentado, con su Madre Santísima de los Dolores en su camarín, ¡tan hermosa!, yo [a] oscuras y sin ruido humano, parece que oigo la voz de Jesús dulcísimo… (Operan a una religiosa joven de grandes virtudes… muere otra santa religiosa, sor Dolores, q.e.p.d., que parecía ser una esperanza), dificultades insuperables… para cumplir los deseos que en esta fundación nos recomienda el Sr. Patriarca por el Sr. Obispo de Nampula, nuestro P. D. Teófilo, insigne bienhechor nuestro, y cuando menos alientos ni esperanzas humanas (ni condiciones divinas) pues desolado el espíritu, sin más luz ni guía que la fe… me preparaba a morir. ¡me llegó lo que tantos años esperaba!: “Hoy se ha firmado la aprobación” (Esteban Marcos. Roma).»
Aquel nombre, Esteban Marcos, nos acompañará siempre. Era franciscano conventual y ejercía como penitenciario español en el Vaticano. Madre Trinidad lo conoció en un momento decisivo de su vida. En medio de la incertidumbre más profunda y al encontrarse con las puertas cerradas en Roma, buscó dónde confesarse. Fue la Providencia la que la condujo hasta él. Una confesión general, una dirección sabia, y el comienzo de una amistad que sostendría nuestra historia fundacional.
Ella misma lo relata con sencillez y profundidad:
«Hoy, día de nuestro gloriosísimo patrono Santiago, aniversario de mi entrada en las Capuchinas de Jesús María de Granada el año 1892, recibo carta de nuestro buenísimo y Esteban Marcos, penitenciario de Roma, que la divina Providencia me condujera a sus pies y abrirle mi alma y pedirle su santo consejo, cuando fui a Roma y me encontré las puertas cerradas, me fui a san Pedro y en su hermosa Basílica me postré ante su sepulcro y hecha un mar de lágrimas me sentí que me conducían como de la mano al confesonario de lengua española, me veía cubierta con las alas misericordiosísimas de amor y luz del divino Espíritu, que como llama de fuego, y con fe… abrí mi alma toda como un libro, aquel buenísimo Padre, le hice Confesión General de toda mi vida, le di cuenta detallada de toda mi vida, mi vocación y la causa de ir allí.»
El mismo Padre Marcos le recomendó que antes de regresar a España visitara el sepulcro del Seráfico Padre san Francisco y de santa Clara. Aquella peregrinación interior y exterior marcó su vida para siempre:
«…Nos recomendó no volviese a España sin visitar el sepulcro del seráfico padre san Francisco y madre santa Clara, de quien recibí gracias consoladísimas…»
No fue este el único consejo decisivo que le ofreció. Fue también quien le escribió para anunciarle, entre otras cartas, la esperada aprobación de nuestras Constituciones, en medio de grandes retrasos y dificultades por la guerra:
«Hoy he recibido, después de otras muchas cartas consoladoras, la que más nos asegura la aprobación de las deseadas Constituciones…»
Y fue él mismo quien la animó a tomar como inspiración la espiritualidad de santa Clara para la redacción de las Constituciones:
«Nos fue aconsejado por nuestro buenísimo Esteban Marcos, que hiciésemos las Constituciones, Regla, tomando de la seráfica madre santa Clara su espíritu como lo tiene según el Espíritu Santo nos inspiró, y el consejo de santos prelados y sabios padres nos aconsejan.»
De su mano, y por voluntad divina, supimos que seguir adelante era posible. Que nuestro carisma podía encontrar forma y rostro, al servicio de la Eucaristía, la educación y la entrega total. Hasta en los detalles más sencillos, como el color y corte del hábito, heredamos algo de aquel vínculo con la rama conventual de la gran familia franciscana.
🎉 Hoy, en este primer centenario de las Esclavas de la Eucaristía y de la Madre de Dios, solo podemos decir: ¡gracias, Señor!
Te invitamos a ver el documental completo y a descubrir cómo Dios sabe tejer cada hilo de la historia… con infinito amor.