Madrid, 30 de julio de 1933.
A mis amadas hijas de Berja y Chauchina.
Jesús Sacramentado nos una siempre y nos encienda en su divino amor. Hijas mías, ¡recibo vuestras cartas ansiosas de saber qué es de vuestra pobre madre en este Madrid!… en la casa de la Divina Infantita, que según nos dicen, fue la casa del hermano de santa Teresa, en donde la Santa se hospedó cuando venía a Madrid, y esto me ha servido de consuelo muy grande, pues ella vendrá también con nosotras a Portugal, ¡pues me encomiendo mucho a ella!
El 24, como os decía, fuimos a oír la santa misa a San Marcos, saludamos al señor Obispo, que nos dijo fuésemos a las 7 de la tarde. A esa hora llegamos y no estaba, tuvimos que esperarle un rato, que llegó y nos recibió con mucha bondad. Le referimos nuestra visita al señor Nuncio, y se extrañó que nos aconsejara ir a Portugal, y nos dijo volviésemos otra vez a verle, que había comido con Su Excelencia Reverendísima (convidado) y habían hablado de todo. Le manifesté que ya nos habíamos despedido y nos daba fatiga insistir en la licencia de París porque se molestaba… «A pesar de eso -nos dijo- vaya usted y haga usted un milagro como don Bosco, y le concederán lo que pida…» (¡Yo soy una gran pecadora para hacer milagros, pero el Señor los hará cuando convenga!). Después de un rato de mucho consuelo, en que nuestro Señor le hiciese ver a nuestro santo Prelado la ruindad y miseria de esta indignísima capuchina, nos despedimos, ofreciéndole volver al señor Nuncio, como nos aconsejaba. A pesar que sor Ángeles, su amiga, me rogó no fuésemos, quise obedecer.
El 25 volvimos al señor Nuncio y nos recibió un poco más serio; nos dijo que el señor Obispo le había hablado de lo que yo deseaba, y se mostró más opuesto, hasta el punto de decirnos: «Si van a la fundación buscando lugar de refugio tienen mi permiso, si es otra cosa, les retiro el permiso… estoy enterado de todo por el señor Obispo, que dice tiene usted pedido a Roma… y creo no se lo concederán, etc.». Allí, a los pies del señor Nuncio, me sentí llena de consuelo, sus palabras me daban luz, aliento y deseos de seguir tan santos consejos… Muy agradecidas nos despedimos, manifestándole humildemente que solo deseábamos en todo y únicamente cumplir la voluntad de nuestro Señor… Nos bendijo a las tres y volvimos a nuestra casita a darle gracias a nuestro Señor, que más franco que en la primera visita me mostraba las disposiciones que deben animarnos para empezar sus obras… Nuestras miradas en Cristo Crucificado… y subir a él, sin mirar para nada la tierra, que tan fea es cuando miramos con fe las delicias y hermosuras del Cielo.
Al salir de la Nunciatura noté venían las compañeras tristes y asustadas de aquel cambio en el señor Nuncio… Yo las animé mucho, ¡que así son todas las obras de Dios en susprincipios! y que como nosotras no queremos ni buscamos otra cosa que la gloria de Dios en la obediencia, que sujetándonos a ella, no debemos temer, que tengan fe y veamos una providencia del Señor en aquella reprensión. Madre Patrocinio muy apurada y con lágrimas en los ojos, me dice: «Madre, vamos a Berja… ¿no ve lo que nos ha dicho el señor Nuncio?». Yo las dije: Si vuestras caridades quieren irse a Berja, las envío enseguida y yo me voy a Portugal, que creo haber entendido del señor Nuncio nos da permiso en las condiciones indicadas, que deseo cumplir en todo para gloria de Dios.
Las dos se animaron al verme decidida, y me prometieron seguirme a donde el Señor quiera llevarnos, sintiendo mucho el mal rato que creyeron había pasado, que fue todo lo contrario, mi corazón no descansa de verdad hasta que se siente clavado con Cristo en la cruz. No he podido escribir estos días preparando el viaje y despedidas. No teníamos dinero ninguno. Pedí al Señor si era su voluntad moviera el corazón de la señora marquesa de Montefuerte a darnos para el viaje, y ayer tarde vino tan cariñosa y amable, y me entregó dos mil pesetas, que yo no esperaba. Vi que nuestro Señor había tocado aquella buena señora para ayudarnos a realizar este viaje que [es] tan del agrado de su divino Corazón. Mañana a las 8 salimos para Salamanca. Si nos detenemos allí algunos días os escribiré. Pidan mucho a Jesús Sacramentado para que nos acompañe en nuestro viaje y sea nuestra luz, fortaleza y aliento. ¡Adiós, mis amadas hijas, en vuestras oraciones confío, que hagan mucha oración, y vivir tan unidas a Jesús Eucaristía, que por vosotras el Señor ayude e ilumine a vuestra pobre madre, que solo desea servir y amar a quien me tiene tan obligada.
Sor Trinidad del Corazón de María.
Me encanta conocer más de Madre Trinidad, soy ex alumna del Comegio Miraflores en la Ciudad de México , ahi me formé en el amor a la Eucaristía , el consejo hasta ahora !! Soy Adoradora y la Eucaristía es el centro de mi vida!! Soy de la generación 1973.